Mi experiencia con el Feng Shui. Creo que es de sentido común que el orden externo es proyección de un equilibrio interno, de manera que la organización y la distribución que nos enseña el Feng Shui generan una calma en toda la vivienda que cualquiera puede percibir nada más entrar. Y así me lo han hecho saber diversas personas que han estado en mi casa. Por otro lado, el Feng Shui funciona también como un asistente que detecta síntomas: tener conocimiento de lo que representa cada zona de la casa te ayuda a detectar problemas en cuanto surgen. Por ejemplo, algunas cosas que me han ocurrido: una proliferación de telas de araña en la zona de relaciones, una avería del frigorífico en el centro del piso, una bombilla que se funde en la zona de relajación… Incidentes que funcionan a modo de indicadores luminosos de que algo falla en nuestra vida, de manera que, aparte de quitar las telas de araña, arreglar la nevera o cambiar la bombilla, al ser conscientes del ámbito (salud, relaciones, familiar, laboral…) que ha producido esos inconvenientes, podemos analizar el origen y ponerle remedio interno para que no vuelva a mostrarse externamente. En mi experiencia he notado un claro avance en el aspecto laboral: un Instituto más creativo, con un perfil de alumnos de más nivel e interés, con más responsabilidad y respeto laboral, y además tan cerca de casa que puedo ir andando, de cuya situación, en una gran ciudad, sólo puede disfrutar una minoría. En definitiva, mejoramos nuestra calidad de vida y crecemos como personas porque ampliamos nuestro nivel de conciencia: nuestra relación entre nosotros mismos y el entorno. Recomiendo los cursos de Feng Shui y el libro de Maria Rosa Pérez porque te pueden hacer mejorar en numerosos aspectos de tu vida